Puedo mirarte con inocencia, conquistarte locamente, hacerte temblar de miedo o transmitirte el peor de los odios. Mi voz sabe devolverte a la adolescencia, a la incertidumbre, al deseo o a la furia. La expresión de mi cara puede reflejarte el vacío, la indiferencia, el duelo y la tristeza desgarradora. Y mis gestos te harán pasar en un parpadeo de la dulzura y el apasionamiento al odio, a la histeria o al terror.
Transmitir emociones es mi vida y mi pasión.